25 noviembre, 2022

La bicicleta

El parque estaba lleno de niños, gritando, saltando, jugando con globos, viendo los perritos pasear, comiéndose un heladito de mantecado y también los que, como Santiago, paseaban en bicicleta.

Santiago sentado en la grama estaba un poco triste, su bici era algo vieja, destartalada y por más que pedaleaba no podía correr duro como los otros niños.

Mientras el niño la veía, Berta la bicicleta, también se sentía mal, sus dos faros que le servían de ojos estaban apagados, la cadena que era su corazón le dolía, sus cauchos que eran sus pies estaban desinflados, su cesta para cargar cosas no tenía una gran sonrisa y así no podía hacerlo feliz.

Muchas bicicletas pasaban a su lado, burlándose de ella y echándole polvo para hacerla sentir más mal, así que Santiago y ella regresaron muy tristes a casa.

En la noche, Berta salió del garaje y corrió con lo que le quedaba de fuerzas a ver a un amigo que las reparaba, le contó que quería ser nueva y fuerte para que Santiago fuera feliz.

El amigo comenzó a arreglarla, le puso cauchos nuevos que parecían zapatos para correr, le bañó la cadena para que quedara como nueva, y le colocó dos faroles más grandes que le permitían ver el camino y un asiento acolchado para Santiago.

Cuando estuvo lista, Berta salió corriendo, saltando y con sus dos ojos muy abiertos, llegó a la casa, se escondió de nuevo en el garaje para esperar a salir con Santiago y ver su cara de emoción.

En la mañana, el niño gritaba por toda la calle, su bicicleta era diferente, estaba más reluciente y nueva, le contó a la mama, al papa y hasta al perrito.

Berta estaba contenta porque Santiago también lo estaba, y cuando el niño se montó sobre ella, lo llevó al parque muy rápido, con sus dos ojos abiertos y cuando llegaron todas las bicicletas la recibieron, compitieron con ella y a todas venció.

Santiago estaba feliz porque tenía la bicicleta más bonita y Berta lo siguió llevando todos los días al parque.