15 febrero, 2020

Contrastes


Todo ser humano tiene una esencia, una energía que fluye por sus venas dándole vida y moviendo su cuerpo como si fuera una máquina natural.


Allí en ese sistema perfecto hay una constante guerra entre ambigüedades, contradicciones y conflictos eternos.

Tú no escapas de eso. Toda tú me has parecido un contraste. Tu piel de marfil blanca como la arena del mar, que a veces parece que fuera a ser vencida por el negro oscuro de tu cabello liso. Son como dos poderosas fuerzas que luchan a ver cuál de ellas se ganan la atención de mis ojos, al final, ambas logran captar mi atención dependiendo de la ocasión.

Si hablamos de contradicciones y contrastes, no podemos olvidar tu poderosa sexualidad que estás descubriendo con tu timidez que, gracias a ella, aún no me ha permitido ver tu cara.

Es como si te dedicaras a seducirme, a volverme loco y luego como Medusa, descubrirás tu cara para dejarme helado, convertido en piedra. Aunque no creo eso en lo más mínimo, me gusta ese equilibrio de misterio, sensualidad y temor a ser vista en todo su esplendor.

Y el contraste mayor, los tonos más diversos se dan con tu "incultura culta", esa que me enseña tantas cosas pero también me confirma que tienes mucho que aprender.

Lo importante es que al contrastarme con tu cuerpo, con tu personalidad y con tus ambigüedades que ni tú misma entiendes, le das equilibrio a mis días que desde que hablo contigo, son mucho mejores, llevaderos y tienen un color definitivo.