15 abril, 2020

Al revés

Su relación comenzó al revés. Sí, al revés. A los pocos minutos de verse cara a cara por primera vez, ya estaban teniendo sexo desenfrenado. Por un lado ella sorprendida porque le habían mentido en cuanto a tamaños y él encantado de sus besos furtivos.

Ese mismo día salieron a caminar, recorrieron la ciudad tomados de la mano y para culminar la jornada, se dieron cuenta que podían tener cierto futuro; porque si disfrutaban del comer igual que copular en la cama, esa relación estaba asegurada.

Ella estaba desconfiada, probablemente después de esas horas juntos todo se iría a la basura. Pero no, luego hablaron por horas, se descubrieron juntos: sus placeres, sus miedos, sus misterios, sus penas y por qué no, lo que les gustaba de cada uno.

Unos días después se prometieron encontrarse con más calma. Ver películas y series, como un par de amigos en un estado normal. Y sí, lo lograron, no sin antes volverse a comer como si estuvieran descubriendo las bondades carnales después de haber perdido la virginidad.

En esa segunda visita tuvieron miedo, dudas, pero quién no las tiene cuando existe la posibilidad de convivir con un extraño, un compañero, la otra parte del engranaje, la otra mitad, la media naranja, en fin, con alguien con quién compartir cualquier detalle sabiendo que nada está perdido, que hay posibilidad de vivir en felicidad y paz.