22 abril, 2020

La Sole

Cada vez que me quedo solo entiendo por qué la soledad tiene nombre de mujer. 

Todo está en silencio, estático, de repente frente a mí se materializa ella, mi amiga fiel que me ha acompañado desde hace mucho tiempo, incluso cuando estoy con otras personas alrededor. 

Me abraza, me seduce, me hace pensar en todo y nada a la vez. La Sole, como la llamo por cariño, se acerca a la ventana junto a mí, me susurra al oído que vea hacia los edificios cercanos.

Con sus manos finas, bien cuidadas, me señala a una pareja en el balcón de enfrente. Ríen, se besan, se acarician. La Sole vuelve a señalar, esta vez a otro departamento, allí está un hombre joven, tocando su guitarra, sonriente, aparentemente cantando como si tuviera al universo entero como público.

Miro fijamente, añoro ser todos ellos. La Sole me abraza, me da un beso y se desvanece. Al final no sé si su compañía es buena o mala, solo quisiera que ella nunca apareciera.