30 abril, 2020

Mis futuros hijos


Quedé agotado. Sin embargo las gotas esparcidas en el piso, que bien usadas hubieran sido mis hijos, me causaron curiosidad.

Notaba que se movían, porque aunque no habían sido sembradas en un cuerpo femenino, aparentemente tenían vida. Me acerqué a verlas detenidamente y sí, dentro de cada gota había un pequeño cuerpecito humano.

Como estaba comenzando la mañana y ellas eran el resultado de mi primera sesión de amor propio del día, decidí dejarlas allí a ver qué pasaba, tal vez, crecieran como si fueran plantas.

Me dediqué a mis cosas, notaba que el sol entraba por la ventana del baño y probablemente "mis futuros hijos" se hubieran secado. Pero sucedió completamente lo contrario. Mientras almorzaba comencé a escuchar conversaciones.

Aterrorizado fui al baño y el milagro sucedió, el sol germinó mi semen. Allí, frente a mí, estaban mis otros yo. Uno sentado en la poceta haciendo sus necesidades, otro afeitándose la barba porque le daba piquiña, otro más pequeño chapoteando en la tina y uno que aparentemente acababa de nacer, correteaba la cola del gato. 

Cerré los ojos, conté hasta cinco y los volví a abrir. No era una alucinación, allí estaban. Desde ese momento todo cambió.

La casa se convirtió en una vecindad de muchos yo, el gato decidió mudarse porque ya no cabíamos todos en la cama y sí, más nunca me volví a masturbar por temor a que se repitiera nuevamente el milagro de la creación.