08 septiembre, 2018

Vuelo


No sé si seguir adelante con esto. En una mano tengo una jeringa, en la otra una pistola. Siento el frío del metal atravesando mi vena, veo cómo mi cuerpo comienza a tragarse esa sustancia vetada por muchos pero que para otros es tranquilidad, paz.


A medida que se liga con mi sangre es como si mi cuerpo se convirtiera en fuego y vuelo. Mi mente se eleva y se escapa, se va de esta realidad caótica hacia un inmenso jardín donde corro libre. Pero de pronto, a medida que la droga hace efecto, ese edén ahora es un infierno.

Escucho gritos, todo se incendia, mi cuerpo también. Me desintegro, soy cenizas que flotan sin rumbo, sin sentido, incluso puedo oir mis gritos aunque no tenga ya una presencia física.

Despierto empapado en sudor, aún la droga está en mi sistema. Drogado, atontado, siento el frío metal del arma en mi mano. La coloco en mi sien y disparo. Todo es silencio y despierto.

Ahora sí soy yo. Un muerto. Un ser inanimado que puede vivir tranquilamente por toda la eternidad.