13 mayo, 2020

De a poquito


Nos venden la vida como algo grande, inmenso, provechoso, gigante. Una apoteosis de experiencias que nos llevan a la felicidad, al paraíso, a lo soñado.

Esos "vendedores" son los que van planeando a futuro, imaginando cómo serán de acá a una semana, un mes, un año, una década. Como si lo más importante fuera lo que viene, lo desconocido. 

Pero que distinto es cuando vives de a "poquito". Aprecias el aleteo de una mariposa, el murmullo del viento que pasa entre las ventanas mal cerradas, cuando el gato pestañea adormilado o el pequeño maullido cuando bosteza, la sonrisa que te brinda una visita inesperada, miradas furtivas al conocer a una persona, las notas de una canción o cuando te dicen "tengo miedo" porque no se sabe qué podrá pasar.

De a "poquito" se siente una conexión con una realidad que va más allá de lo que sentimos. Es como cuando escuchas detenidamente el palpitar de un corazón que no es el tuyo, un detalle que vale la pena vivir porque parece que congelara el tiempo.

Quedas suspendido en un placer indescriptible, en un nirvana emocional del que no quieres salir ni escapar, solo quedarte allí gozando de una emoción que deseas que perdure para siempre, eterna e idéntica en todo sentido.

Los "poquitos" son más y nos enseñan a apreciar la belleza de lo humilde, lo sencillo y lo simple que es, puede y debe ser la verdadera felicidad.