11 mayo, 2020

Muchos días más


Toda la vida estuvo esperando ese momento. Ahora que estaba allí, no lo podía creer. Era una sensación indescriptible.

Dormida sobre la hoja podía ver toda la ciudad. Por primera vez tenía la oportunidad de observar los edificios, las calles, los autos pasar, el cielo, el sol y el paso del viento a través de su cuerpo transparente.

La planta no se movía, no hablaba, pero ella sabía que su presencia allí le gustaba a ese ser viviente de tallos marrones, rincones verdes y un olor penetrante a naturaleza y tierra mojada.

La gota era feliz, sabía que al igual de rápido como había llegado al mundo se iría. Tal vez por un proceso de evaporación o que la mata, sin saberlo, la devoraría lentamente.

Pero allí se quería quedar. Desde que nació, en ese momento en que abrieron el grifo, entendió que la vida sencilla, inesperada y fugaz también puede dejar su huella en el tiempo.

Al evaporarse se despidió del mundo sabiendo que gracias a ella, la planta había crecido mucho más, sana, fuerte y dispuesta a sobrevivir muchos días más.